Fundación Intecnus es una entidad sin fines de lucro que brinda asistencia en salud en diagnóstico y tratamiento para una amplia gama de patologías cardíacas, neurológicas, endócrinas y oncológicas, entre otras.
Este Instituto de Tecnologías Nucleares para la Salud ubicado en la ciudad de San Carlos de Bariloche se destaca a nivel nacional por tener la mayor variedad de equipos. Cuenta con más de 20 especialidades médicas, un Centro de día oncológico y servicios de radioterapia, medicina nuclear e imágenes metabólicas, diagnóstico por imágenes, cirugía general y mínimamente invasiva, internación y laboratorio de análisis clínicos. Además, es un centro integral destinado a realizar tareas de investigación, desarrollo e innovación, formación en recursos humanos y docencia en especialidades de Radioterapia, Medicina Nuclear y Radiofarmacia.
Sus instituciones fundadoras son la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), la Fundación Escuela Medicina Nuclear (FUESMEN) y la Fundación Centro Diagnóstico Nuclear (FCDN).
Dialogamos con el Ingeniero Luis Rovere, Gerente General de Fundación Intecnus, acerca de los desafíos que enfrentan los investigadores que aspiran a crear empresas de base tecnológica (EBT) en Argentina, entre otros temas de actualidad.
-¿Cómo evalúa la creación del Parque Tecnológico Bariloche?
-La creación del Parque Tecnológico Bariloche me parece fantástica; lamentablemente demoró casi 40 años más de lo que deseábamos, porque recordemos que el primer polo tecnológico se iba a instalar en el sur del Centro Atómico Bariloche, en aquel entonces Raúl Alfonsín era presidente de la Nación, hablamos del año 1985. Es increíble, ya que ésta es una de las ciudades donde comenzó fuertemente la ciencia (sacando La Plata, Córdoba y Buenos Aires) y hoy probablemente es Bariloche la ciudad con mayor potencial en ciencia y tecnología.
Hay un mix muy grande de empresas donde todavía está en proceso de construcción una masa crítica en ciencia y tecnología. CONICET, CNEA, Intecnus, las universidades, tienen mecanismos un poco rígidos de contratación, para moverse, para participar o decidir; este tipo de cosas complica esa flexibilidad que haría falta ahora. Hace falta flexibilidad y financiamiento.
-¿Por qué específicamente ahora es necesaria esa flexibilidad?
-Me refiero a ahora que arrancó la actividad en el PITBA, porque me parece fantástico que lleve movimiento para tener una masa crítica de empresas de tecnología. El Parque tiene previsto un conjunto de proyectos y de elementos de infraestructura que me parecen muy buenos (áreas de coworking, espacio de trabajo, de talleres, de reuniones, la incubadora, apoyo logístico en general y tecnológico) y eso requiere una cantidad razonablemente alta de dinero y un conjunto mínimo de EBTs, como así también sé que existen empresas de logística y producción, y todo puede contribuir. Pero justamente, para el área de tecnología, hacen falta más miembros. Ojalá que se puedan ir sumando pronto.
Para nosotros sería fantástico participar de alguna manera; en principio desde Intecnus lo vamos a hacer iniciando un diálogo con algunas empresas del área de salud que están en la ciudad que no conocíamos. Porque me parece que cuantos más actores haya y más interactuemos, mejor va a ser para todos.
Creo que hay buena materia prima, en cuanto a cerebros me refiero. Aunque, lamentablemente, tenemos reglas muy rígidas para la evaluación (y esto es algo crónico en nuestros centros de investigación) donde, la verdad, me gustaría ver que se premie más un emprendimiento de una PyME tecnológica que un paper en una revista del extranjero. Hoy los investigadores son mucho más reconocidos por sus publicaciones científicas (y si es en el extranjero mejor, porque cuentan más puntos en las evaluaciones) que por montar una EBT para desarrollar software, por ejemplo.
-Entonces esto no tiene que ver con la coyuntura. ¿Argentina se debe una discusión estructural del tema?
-Absolutamente. Esto viene desde hace 60 años, desde que se crearon la CNEA y el CONICET. Pero, por ejemplo, si el MINCYT (Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación) no cambia las reglas de cómo evalúa a los científicos es muy difícil que se muevan las fuerzas que van a ir cambiando el sistema. Porque es mucho más fácil publicar un paper en una revista que hacer una empresa de base tecnológica. Entonces, si no se pone el énfasis en otros aspectos eso nunca va a cambiar realmente. Siempre hay un “loco lindo” que quiere moverse y tendrá iniciativa en esa dirección, pero me gustaría ver muchas más iniciativas en ese sentido. Lamentablemente también existe el concepto que un verdadero científico “no toca la plata”.
– ¿Tenemos una visión particularmente negativa de quien hace dinero a través de sus empresas?
– Si, es una creencia popular te diría que de la mayoría de las personas en Argentina. Si ven a un industrial rico el primer pensamiento es que le robó a alguien, no que trabajó a destajo para sacar adelante su empresa o fábrica.
Y las universidades nos educan con métodos muy antiguos. En el área de ciencia y tecnología forman más empleados de fábricas, o de CONICET o CNEA que nuevos emprendedores. Creo que habría que cambiar el enfoque, hacer más flexibles algunos programas donde, de alguna manera, se estimulen mucho más las capacidades soft de los investigadores para que puedan abordar ciertas temáticas que, por no manejarlas, les escapan al tema. O están determinados por la manera en que son evaluados, por “kilo-paper”. Entonces, quien crea una EBT, que le da empleo a una cantidad de personas, merece un premio y no publicar en una revista en EE UU cuyos resultados, muy probablemente, los vaya a capitalizar alguna empresa del exterior.
El país pone dinero para financiar CNEA, CONICET, las universidades, etc. y no está recibiendo la retribución de la inversión que está haciendo. Y, sin embargo, en educación en general se gasta muchísimo dinero, pero cuando vemos los indicadores objetivos, no son todo lo buenos que desearíamos. No terminamos de hacer las cosas con una noción clara de adónde tenemos que ir.
Por eso me parece fantástico que haya ocurrido la creación del Parque Tecnológico Bariloche, ojalá que ayude a catalizar este movimiento en esa dirección emprendedora del mundo científico de la Patagonia Norte. Creo que hay muchísimos investigadores y capital intelectual que pueden ponerse al servicio de la sociedad. Imaginemos: una empresa que desarrolle software, o un accesorio, un pedacito de hardware, un componente para sistemas médicos… todo eso puede llegar a exportarse. Y tendría un valor agregado para el país que realmente estamos necesitando.
-¿En qué instancia está actualmente Fundación Intecnus?
– Estamos transcurriendo el quinto año. Hemos pasado de tener pocos servicios, (radioterapia en un primer momento), a tener servicios de quirófano, internación, medicina nuclear completa, neurología, endocrinología, cardiología, el hospital de día.
Lamentablemente las finanzas están siempre al límite y no nos permiten crecer un poco más. Todo lo que recibimos por prestaciones médicas son valores realmente muy complejos, todo el sistema de salud está en crisis a nivel país. Pero estamos bastante bien, creo que hemos desarrollado muchísima infraestructura, se han sumado muchos médicos locales y de otras ciudades del país, así que estamos muy expectantes por las posibilidades de crecimiento.
Nos está faltando una etapa de desarrollo de recursos humanos (residencias, maestrías, especializaciones de las áreas médicas); este año queremos fortalecer mucho el área de formación. En el área de investigación hay actividades en proceso de creación, como la de los proyectos de investigación clínica, con diferentes laboratorios.
Tenemos un proyecto muy grande para construir en el segundo piso un bioterio (N de R: laboratorio con equipos de imágenes para pequeños animales utilizados como modelos biológicos en protocolos experimentales, en este caso patologías oncológicas) para hacer experimentación con nuevos radiofármacos. Para ello la CNEA ya comprometió recursos para adquirir los equipos principales y estamos aguardando el inicio de la obra civil. Esto permitirá sumar biólogos, físicos y bioquímicos para poder llevar adelante varios proyectos de investigación. Será un laboratorio modelo en Argentina.